Era el verano del 2024 cuando Pep, un catalán afincado en Na Foradada desde hacía más de cuatro años, volvía de Binibeca y, al pasar por el Camí Vell de s'Ullastrar 46, se quedó palplantado ante la finca Villa Madrid, una finca de estilo colonial de principios del siglo XX.
Atraído por algo que no sabía contar, Pepe se adentra en el jardín. Todo estaba algo desangelado, hacía más de tres años que el espacio permanecía cerrado. Pero él lo sentía: vibraba, se emocionaba. Estaba convencido de que ese lugar era especial, único, increíble.
Quince días después, Pep y su pareja —conectados, como siempre, con su hija Alba— entraban por primera vez en el interior de la casa. Había mucho trabajo por hacer, sí, pero la ilusión superaba con creces cualquier desafío.
Dentro del Villa Madrid, Pep ve claro que ese espacio puede acoger perfectamente el concepto de restauración que defiende desde hace más de ocho años en el Nou Can Martí, en la ciudad de Barcelona.
Se inicia así el período de negociación, con los hermanos Ramón y Daniel, en plena sintonía y compartiendo un mismo objetivo: llevar a la Villa Madrid al lugar que le corresponde.
Aprovechando la oportunidad brindada, Pep, Alba y todo su equipo —el Equipo Chef del
Fuego— ponen manos a la obra con la remodelación y conservación de la finca, respetando su esencia y dándole nueva vida.
La familia Seguí Maspoch, se convirtió en propietaria de Villa Madrid en diciembre de 1924. No es casualidad que, justo cien años después, en diciembre de 2024, cerramos este acuerdo con ellos.
Gracias de todo corazón a la familia Seguí Maspoch por esta oportunidad.